miércoles, 19 de mayo de 2010

Alma mia tan etérea y misteriosa
tan callada y constante,
Sutil mariposa, errante en el alba.
Un vuelo de brisa estalla
como si fuera una lágrima
que desliza, un cielo que danza.
Alejada que hubieras de mí
en otra distancia,
sobrevolada que fuera mi imagen
por tu florescencia clara,
no me dejes del todo,
sé constante...

Es la hora de partir.
Se desharán las miradas
La bruma eclipsará la palabra
será la hora del último recuerdo,
la conciencia anonadada.
Es la hora de la verdad y de la sombra
donde ni siquiera las alondras
se atreven a hacer nido.
Donde el final me llevará
irremediablemente al vacío
de la completud infinita.
La noche se astillará en estrellas
como un suspiro en el espejo,
será imperceptible la huella
del aliento mientras tirita
el pulso acompañando el miedo.
Será un poema de amor
escrito en la arena,
mientras, despacio,
lo va borrando el mar.

En las coordenadas de la nada,
donde fija la eternidad su estancia,
habré de esperarte en la cima
de la montaña, en algún valle,
donde mis ojos, aun entreabiertos,
aun sin ver, dejará una luz de esperanza.
No me dejes del todo, alma
Fuimos, en vida, luz y mañanas.
Luna y madrugada.
Nieve y deshielo.
Arena y playa.
Lluvia de Abril.
Verso y palabra.-

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